Embelezado por la belleza magnificente de una gloriosa ninfa una noche un fauno tras un roble espío a la semidiosa que bañándose en una de las riveras afluente del río Arno, esa noche la luna parecía un gran denario plata, ya que estaba llena, los petirojos estaban dormidos, y los búhos habían salido cazar ratoncillos y animalejos entre las malezas y el sotobosque, los lirios cercanos a las aguas de Arno, esa noche se habían vuelto plateados y refulgentes por el toque de la luz de Selene, el fauno que impresionado por la belleza de tal musa, y que tocado por la Tepsícore, tomó su flauta de Pan, quién era su padre, y de melodías recordó para dar en serenata a la doncella semidiosa notas con celeridad a su canción dieron, la ninfa que protegida por la diosa madre de Efeso, por ello no podía conocer a los faunos, ni a los sátiros, ni a los mortales hombres, pero escuchó desde lejos la melodía, y de pronto el canto y la melodía de es dejó de oírse tal entre el viento y la brisa fresca de la noche, y no llegó más a los oídos de la ninfa el singular y mágico sílvido de la naturaleza, pues los faunos alteraban la naturaleza dando fertilidad a los campos y a los valles según su estado de ánimo, y en esa noche habían florecido tras los bosques de roble los más hermosos rosales y las margaritas que se habían concebido sin semilla alguna, germinado como por arte de magia las orquídeas y la violetas, esto descubierto por la ninfa después de buscar de donde procedía aquel sonido... Y al amanecer ni la ninfa, ni el fauno volvieron a saber de su existencia...
Marcos Andrés Barros Ketterer ( Marcvs Ivlivs Nerva Avgvstvs I).
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