domingo, 1 de diciembre de 2013
El recuerdo de un holandés errante... Marcos Andrés Barros Ketterer ( Marcvs Ivlivs Nerva Avgvstvs I).
El recuerdo de un holandés errante
La botánica más frondosa del bosque que se alza
sobre las copas de los árboles y la grandiosa
vegetagión que rodea el sotobosque, en el suelo
entre las raíces y los helechos crecen flores de
colores vivos y hermosos, radiantes como las
orquídeas blancas y violetas, los arbustos y los
muzgos que repletan todo el sector del claro de
luz solar que se abre paso entre el follaje, y que
las pequeñas lagunas albergan lirios y
especímenes de tulípanes tuberculosos, que
recuerdan a la Holanda lejana de donde
provenían los que se embarcaron en tantos viajes
en sus bergantínes, y que después de sus
travesías oceánicas traían consigo grandes
riquezas a su nación, para nadie es ignoto del
como se lograron tales, pues se sabe bien que
sólo a tráves del saqueo y pillaje se dieron lujos
los hombres por muchos años y acaudalados
tomaron de principio a fin cada pieza de plata,
oro, záfiro, esmeralda, topacio, diamante, rubí,
gránate, agata, lapizlasulí, y cosa de valor que
pudieran encontrar en el camino, así pues
también Holanda por su predilección de la
fabricación de telas finas de lana Europea, fue
tantas veces conquistada, y que los
conquistadores fueran Franceses, Españoles o
Ingleses no tuvo repercución terrible alguna,
pues cada vez que Holanda fue conquistada
finalmente termino siendo aún más rica de lo
que ya era, hubo un momento en que la
monarquía no rindió más fruto, y Holanda
sabiendo de cuanto habían usufructuado los
reyes intento quitarse de encima el yugo,
pasaron reyes, duques, y gobernantes, y
finalmente propio gobierno tuvieron, crearon
una sociedad de la cual finalmente podían
incorporarse todos los actores de su sociedad, y
no los elegidos por los extranjeros, Holanda
maravillosa de construcciones como las de
Venecia entre canales de agua, entre meandros y
marismas, y campos y valles repletos de florido
color, de prismas de luz blanca descompuestos
en policromados, el destello de agonía para la
propia muerte, por que vida no falta en esos
valles, y Eolos mueve las haspas de los molinos
que en harina convierten la semilla del trigo,
que en sus campos como cabellos rubios se
mecen el viento, como olas de más sobre suelo
secano, en el microclima de que ofrece su
pequeña geografía, sostenida por la virtud de
sus gente cálidas y amantes de la pintura, del
gótico, y de las buenas costumbres.
Marcos Andrés Barros Ketterer (Marcvs Ivlivs
Nerva Avgvstvs I).
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