martes, 26 de noviembre de 2013

Una Historia Contada Por Un Pordiosero... Marcos Andrés Barros Ketterer (Marcvs Ivlivs Nerva).


Una historia contada por un pordiosero...
Blandiendo una gran sable de fuego ardiente de doble filo un
escudo en una mano y yelmo en la cabeza con un penacho
púrpureo, una coraza de ácero forjado en el pecho con relieve de
plata y oro, creados por un orfebre y con incrustación de záfiro
y rubíes, del topacio, de la esmeralda, del más fino ónix, ágata,
amatistas, y granates, la alhaja más bella y refulgente del
brillante, y la perla nacárada en ostra de Venus, Afrodita de
nubes y querubines, de espuma de mar y océano creada,
doliente guerra de naótilos, de amónitas, de trilóbites,
fosilisados, en la petrea arenisca, en sedimentaria geología, el
olvido de las eras, el resuello de los saúropodos, el pasar de las
eras, los eones, y las épocas, y de las edades, prisma
policromado, colores de inciensos humos, de bálsamos natrones,
de aceítes de Anubis, y de Chacales nocturnos, Cántabro y
Catalaúnico, estrellado el cielo en diamantinos y de gazas
negras repleto, esfumatos de estratos y cumulos nimbus, de
cruz del sur, de tres marías en noviembre, el resuello de los
caballos en dormidos en los pastisales y de los rumiantes
mugientes y del balar de las ovejas y caprinos, los grillos y su
cantar nocturno anuncían el despliege del rocío de la
madrugada, en el olvido de las camanchacas y en los vientos del
puelche, y del zephiro y el thanatos, somnolencias del hypnos,
solferinas de colores y arcoires en los marmoreos, alabastros
revestidos en majestuosos templos, de arcos de medio punto, de
exedras en los anfiteatros, quirinales dioses de civiles guerras,
de hombres de capitolinos en el trono y la catedra, de la
angustía cardíaca de ventrículos y aurículas que bombean la
vida a la sociedad, de panaceas caduces esculapias y
asclepianas tiberiadas, de efesos de serapiones diversos en
textos, de la cartagos portuarios y de ampurias fenicias, de
tartesos dorados, de rodericos condes, de victorianas coronadas,
de alpes cisalpinos, de balcanes colmados de polis, el intenso
tintinear de las campanas y la tortuosa dolencia de los doce
apóstoles, y que de un Cristo que murió en la cruz, y que de
lanza en costado su sangre derramó sobre legionarios, de
lejanas provincias sasánidas y zoroastras de olvidos vanos como
el viento efímero de Eolo, y del cantar de los nibelungos,
docellas y ninfas, nereídas y vacuos bandejas de plata que
cabezas de profetas traen a reinas herodianas, los faros de
césarea, y el peristilo de los propileos, la acrópolis se erige
sobre los fársantes y los falaces, portentosa como la de Sión,
grandiosa y dorada, concepción de los regidos en la escusa de
corno, el corno de Josúe, en Jérico, y que cayosé en dando
vueltas a las murallas y cantando himnos en nombre de Dios,
llenas las copas de todos de ambrosía divina, de pan, de peces
multiplicados, y de bienaventuranzas no faltan en sermones de
montañas, en los olivos, en las bodas de Canaan el vino brotaba
de las ánforas y el suceso aconteció finalmente, las ramas
traídas por espiritus santos y los montes de Turquía, de
Capadocias, de Laodicea, de Tesálonicos Pablos de Tarso, y de
San Pedros en Roma, recuerdos de epístolas para las Iglesias de
Grecia, para las cícladas en mares egeos, pontos Euxinos,
patricios, plebeyos, latinos, libertos y otros hombres, castigo y
tormento, persecusión y proyecto, sociedades de hombres cultos
hostigadas por raciocinios abyectos y obtusos, el enfriamiento
de las aguas glaciares en las colinas que en nieves eternas de
caúcasos dan origen a los ríos y que convergen afluentes hacía
el paraíso en las antípodas, quiero vivir en Hierolsolima, entre
las cupulas de roca y los lamentos de los hombres dijo un
sacerdote, un judío y un palestino alzando la mano, y un cortejo
de mortajas de blancos y negros cayendo del cielo en forma de
dragón ardiente, azul ferviente de cometas y de liras orfeo, de
cistros de sacerdotiza, de gongs antiguos del bronce fundido con
estaño y cobre, latrocinio de oro y plata, drakares de varegos y
dolientes de monasterio en oriflamas con cruces
ensangrentadas, y las ponzoñas de abriles otonoñales.
Marcos Andrés Barros Ketterer (Marcvs Ivlivs Nerva).

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