Fragor de metales y carbón, yunques en los que el acero se golpean con martillos, y los rojos vivos y flamas de la forja de vuelven anaranjados como los gajos de un cítrico, enfríados en el agua y esta evapora por el candor violento de la misma forja, aliteraciones, reiteraciones, golpe tras golpe, poesía entre las nubes, rayos de Hefesto, tridentes de Vulcano, blándidos por Poseídon y Neptuno, tormenta y sismo al golpear la tierra, y al entrar en contacto doblegado el espíritu de Gea, Selinuntes, Siracusas, Vesubios y Etnas, del Adriático y del Tirreno, mi Cisalpino, mi Tíber, mi templo de Asclepio y Esculapios, donde en el caduce dos serpientes se entrelazan, y los mármoles travertinos se convierte en majestad. No soy Fenicio, no soy de Ampurias, No soy de Geriones, ni Iberias, tampoco soy de Iliria, ni de Moesia, no soy de Retia, no Germano, yo soy un romano. En una de mis manos porto mi gladius hispaniensis y en la otra scutum avanzo al ritmo de la legión, avanzó con presteza y sin temor, puesto que soy un guerrero, gallardo y bélicoso, de capa y espada, de montefortino, de cota de malla, avanzo y avanzo, puesto que no soy manso, soy bravo, soy la vos de Marte y de Quirinos, soy Júpiter de Ars Magna, soy el optimus maximus, soy de venus hijo, y virgiliano de nacimiento, avanzo y avanzo, puesto que no soy manso, doy tormento y descanzo, doy thanatos a mi enemigo, lo dejo caer al suelo luego lo piso, y sigo avanzando, avanzo y avanzo, puesto que no soy manso, ahora viene otro delante mio viene gritando y gesticulando, mofandose de mí, estocada doy en su ombligo y deja por fin de proferir, avanzo y avanzo, puesto que no soy manso, ahora mi espada parece más roja, es carmesí como rubíes, y por mi muñeca corre el líquido de la vida, otro se acerca este se va más osado, será el momento que el que vine tras de mí me releve de mi puesto...
Marcos Andrés Barros Ketterer
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