domingo, 24 de noviembre de 2013
Un caballero teutónico enamorado de una joven rúmana... Marcos Andrés Barros Ketterer (Marcvs Ivlivs Nerva).
Un caballero teutónico enamorado de una joven rúmana.
Magía, mancia, quiromancía, piroquínesis, telequínesis, Sortilegios, hechizos, brebajes mágicos, cartas astrales, astrología, numerología, tarots de todos los tipos, dioses, diosas, himnos curátivos, pociones para el amor y el mal de amores, pétalos de rosa, runas, la interpretación de los huesos, el cafe en el fondo de las tazas y el augurio, lecturas del té, y el significado de las ilusiones creadas por lo onírico, la lectura de las nubes, las teogonías, las cosmogonías, las leyendas, eres todo tú en ello, embrujado mi corazón a caído por una gítana, una Rumana, en su sangre la sangre de reyes, el romané en su aliento, en su boca en, sus labios que me hablan de amor, y sus atavíos desplejados por todo su cuerpo, sus amuletos y sus vistosos ornamentos, pero que al anochecer se los quita, y como divinidad egípciaca seduce entre la sombra, eres maldeojo, eres Esmeralda, yo soy tú sol, pero no el aúreo, sino el de tú amor. Tú lees mí mano y yo tus cabellos con la misma, acaricio tus risos, y tu rostro. Bailamos entre los sacro y lo prófano, danzamos en hoguera de las Dacias, eres de latina lengua como la mía, eres mi romance, eres mi aflicción y mi pena, eres consuelo y cariño, eres de Bohemias, de Hungrías, de Valaquías, de Moldavias, de Transilvanos montes, eres la proyección de mi alma, eres la persona más importante entre todas las que conocí y conoceré, eres risueña y antojadiza, eres benigna y malvada, eres sueño y pesadilla, eres suplicio y placer, eres muerte y renacer, eres mi ternura y mi alegría, eres el atardecer de cada día, y el alba, y la aurora, y el rocío fresco de la mañana en mi faz que se asombra cada vez al verte, despiertas en mí el secreto más oculto de deseo, la pasión más candorosa, y el amor más ferreo y duradero, sempiterno, perenne, así quiero llevarte de la mano, caminar juntos el sendero hacia el final de nuestras vidas, beber de la ambrosías, el agua miel, y vivir el instante, pero ahora debo de soltar amarras y abordar el navío, y pensar que he de volver sólo para verte de nuevo, mi belleza sin par, ni parangón. Cuando regresé interpretarás mis sueños, por que dormiremos juntos en el mismo lecho, y soñoramos de la misma forma nuestras vidas...
Marcos Andrés Barros Ketterer
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