Recuerdo de un normando.
En uno de los parajes más recónditos de Normandía llegaron a asentarse unos hombres de tez más clara que los autóctonos del lugar, estos hombres acechaban y asediaban las aldeas de todo cuanto se encontrase alrededor de sus campamentos, al ver que nadie se les oponía en resistencia, y darse cuenta que las gentes de eso lugares les proporcionaban comida y tributo, decidieron prologar su estadía y edificar sobre los terruños fortalezas y castillos, proclamándose señores de aquellos que les temían, pronto con los días, las semanas, los meses, los años, las décadas, y finalmente un siglo y mitad del otro, ya habían dado ley, y se volvío tan próspero su gobierno, que el rey de Francia, a esos señores les dío el título de ducado, de las aguas escandinavas, que eran frías y gélidas de donde provenían, donde los fiordos y los rios se congelaban y los inviernos se prolongaban, más que en este nuevo rico continente donde se habían quedado, ya pues no deseaban volver al origen, y mezclaron sus sangres con los lugareños, ahora dotados de su nueva y altiva nobleza, y habiendo jurado su lealtad al rey frances, querrían más de su suerte y correr con el riesgo del azar, pues la diosa fortuna ha de ser favorable con los audaces de espíritu, tomada la decisión uno de aquellos descendientes al cual llamaron sus padres, Guillermo, se volvío, "el conquistador", tomo fortuna por conquista, era cruel, pero no menos ingenioso que sus antepasados, ni menos era su ambición, ni nunca escatimó ningún esfuerzo en tomar del norte a los isleños su reino.
Marcos Andrés Barros Ketterer
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