Un Geb enamorado de los cielos nocturnos...
Flor de loto emerges de las aguas del Nilo, blanca, clara, de la luz de las estrellas, y ahora tus pétalos se habren poco a poco entre las aguas primigenias, Y emergen de las aguas del caos el Geb, yo, y de los cielos de que estas hecha mi adorada, sólo arropada con tus atavíos de finos linos teñidos, de numerosos brillantes que iluminan tus obscuras e ignotas pieles, por nos separán aún numerosos eventos astronómicos, sólo determinados por el mandril sagrado, recuerdo los días que ibamos de la mano por la rivera del nilo, cuando las crecidas del nilo traían al Deshret el légamo e con él inundaba los campos, las cosechas traían riquezas a nuestra Tebas, y me mirabas a tráves de los espejos del alma, por que entre el cielo y la tierra, existen tropósferas, ionósferas, atmósferas diferentes, y tú más lejos de la exósfera, por ello es que entre nosotros existen los vientos cardinales, y aquel el tiempo de unirnos, y de la flor a de nacer de las aguas bravías, que es Amón, a de nacer Ra, por que de la ternura y el cariño verdadero que nos tenemos, sólo puede nacer la luz más refulgente, la más pristina, la más clara, y la más bella, y la que ha de estar en dos cartuchos en el templo de Karnak.
Marcos Andrés Barros Ketterer
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